La vida es pre-vivir
- Alfonso Jiménez
- 5 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Según Julián Marías, filósofo español, la vida humana se trata fundamentalmente de acción, del hacer. Somos haciendo, somos nosotros dadas nuestras acciones. Así, nuestra vida se va construyendo de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer. Nuestros recuerdos y cómo la gente nos recuerda, son de esta manera, fundamentados con nuestras acciones. Sin embargo, en esta reflexión cabe un elemento importante: vivimos también en la planeación de nosotros mismos.
Si bien ya en otra reflexión expuse el sentido del tiempo como lo hace Eduardo Nicol (link aquí) y cómo es que nuestra vida la fundamentamos en lo que ya no es –nuestro pasado– y lo que está por ser –nuestro futuro–; en este caso en particular quiero referirme al vivir fuera de nuestras acciones, enfocado en lo que aún no somos. Pensamos contantemente en lo que está por venir, en el futuro, en lo desconocido.
Somos seres temporales, nos vivimos en lo que fue, lo que es y lo que será; sin embargo, lo que aún no se lleva a cabo es justamente lo que nos envuelve. Nos vivimos en el azar, no sabemos qué será de nosotros, qué nos deparará el trabajo, si los estudios serán fructíferos, si duraremos con nuestra pareja, si viviremos el día de mañana. Comenzando por sabernos conscientes de nuestra muerte; con ese conocimiento sabemos que existe un futuro. Lo que suceda entre lo que somos ahora y nuestra muerte es puro azar.
Tratando de disminuir el valor del azar en nuestra vida nos pre-ocupamos haciendo planes. Planeamos vacaciones, pareja, estudios, trabajo…pensando en que venceremos ese abismo azaroso que representa nuestra vida. Pensando en evitar el pensamiento de muerte, que es lo totalmente certero, hacemos planeaciones de un presente no existente –al que le solemos llamar nuestro porvenir–. Hablamos con el café, con tarotistas y con coaches de vida para poder reducir la angustia que nos provoca el saber que no sabemos nada de nada sobre nosotros.
La vida se nos va haciendo planes. En cierto sentido, nuestra vida es un pre-vivir. La vida en el futuro es completamente vacía y no representa una especie de presente aún no consumado –aunque lo comprendamos así–. Este análisis de nuestra vida totalmente en la planeación, si bien nos reduce la angustia de la vida y la muerte, es una especie de condena que nos distrae de los dos o tres segundos que en realidad dura nuestra vida.
Cuando estoy en el trabajo pienso en las vacaciones; cuando estoy en vacaciones pienso en qué haré días después. Pienso en qué haré el fin de semana y el fin de semana pienso en qué haré la siguiente semana. Mi vida es una pre-vida. Pre-vivir de esa forma me favorece la construcción de una soberanía sobre mi vida, aunque eso no es más que una ilusión. No puedo ser soberano de mí mismo cuando mi yo se desarrolla en el prefijo “pre” de mi vida. Si soy soberano de algo soy solo de estos dos segundos que dura mi presente…nada más.
Pareciera que no podemos escapar de pre-vivir. Tal es la fuerza del azar sobre nosotros, que construimos nuestra vida –que, insisto, vida que aún no existe– para evitar que el azar haga de las suyas y haga de nosotros algo que no hemos pre-visto. Frente a ello no puedo evitar preguntarme sobre la existencia del azar. ¿Es algo realmente existente o es solo el nombre que designamos al hecho que no sabemos nada del abismo que se da entre este momento y nuestra mente?
Sigamos pues en nuestra pre-vida, pero al menos seamos conscientes que no sabemos nada de ella, que nuestras planeaciones representan una forma de reducción de la ansiedad y que abandonamos los dos segundos que representa nuestra vida tangible en pro de algo aún inexistente.

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